Las convivencias de este fin de semana (del 7 al 9 de septiembre), con la mitad de la promoción que, recién entrada al Jaime del Amo, comienza su vida universitaria aquí en Madrid, han supuesto un signo de esperanza. Esperanza en unos jóvenes que son capaces de aislarse del ritmo de la vida de Madrid, de perderse las salidas propias de un fin de semana y de tomarse en serio, con una actitud idónea, unas jornadas de reflexión y oración.
El viernes ya se veía que su actitud iba a ser participativa. A pesar de hacer la primera dinámica tras llegar, a las 11:30 de la noche, se implicaron y mantuvieron un interesante diálogo que los situó en el ambiente en el que habrían de estar para aprovechar los dos días siguientes.
Ya el sábado, la mañana fue intensa pero amena, gracias al padre Salvador, que desde hace años se encarga de dirigir en parte o por completo las convivencias. Nos planteamos nuestra situación tanto en la vida personal como en el estado de fe de cada uno, se utilizaron varios documentos con lecturas y preguntas para profundizar en el estado interior de cada uno, todo guiado como decía antes por la curtida oratoria del padre Salvador.
Después de un buen almuerzo, al que nos tienen acostumbradas las hermanas agustinas año tras año, hubo tiempo libre que la mayoría aprovecharon para descasar o dar un paseo por la finca, aprovechando que había amainado el tiempo y las tormentas habían cesado. A las 17:00 comenzamos de nuevo otra serie de dinámicas para profundizar en la faceta religiosa y espiritual de la persona.
Tras exponer por parte de tres colegiales mayores lo que significa y en lo que consiste cada una de las áreas en las que se divide la actividad colegial desde su experiencia, el padre Adrián, sacerdote claretiano ordenado hace un año y tres meses, además de plantearnos cuestiones como la Iglesia o la fe y los jóvenes, se prestó durante una hora a recibir preguntas sobre cualquier tema, incluida su vocación personal, que los nuevos colegiales aprovecharon y exprimieron al máximo.
Tras una bonita oración, también dirigida por él, pasamos a cenar y tuvimos un rato libre hasta las 22:30, hora en la que se proyectó la película “Si Dios quiere”, una comedia italiana que lanza entre risas algunas reflexiones sobre Dios, la Iglesia y los prejuicios que en muchas ocasiones se tienen en su contra.
Ya el domingo, entre el padre Teo –que nos acompañó durante casi todo el tiempo- y Rubén –nuevo pastoralista, que ha coordinado y organizado las convivencias-, nos presentaron la oferta del Jaime del Amo del área de Actividades Religiosas y Acción Social, que los chavales recibieron y expusieron ellos mismos con entusiasmo y acierto. También se presentó a la congregación claretiana y a su fundador, el padre San Antonio María Claret, exponiendo brevemente su biografía.
Por último y antes de despedirnos con una última comida de las hermanas que tan bien nos trataron, celebramos una Eucaristía para cerrar las convivencias. Pero no fue una Misa cualquiera, puesto que la preparamos durante media hora, y en la que cada uno aportó su granito de arena para participar activamente en ella. Lecturas, peticiones, coro, acción de gracias, ofertorio… todos celebramos en parte esa Eucaristía, con la que dimos gracias por tan buen fin de semana y pedimos una fe más grande y un cristianismo más comprometido.
Si nos ha quedado claro a los que en cierto modo colaborábamos en la organización de esta convivencia, es que estos 33 jóvenes están dispuestos, por lo menos, a plantearse quién es Dios en su vida, qué papel juega la Fe y que todos tienen el anhelo de comprometerse con el servicio a una sociedad que les necesita y con un Dios al que quieren, unos con más claridad y otros con menos, conocer y amar.
Hay pues, sitio para la esperanza en un mundo con una juventud así.
Artículo realizado por Daniel García Troyano, colegial de 5º año y Decano del Mayor.
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