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Ya toca estudiar

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Estos días cuando me encuentro con un colegial a veces, además del “buenos días” o “buenas tardes” ritual le pregunto de dónde viene o a dónde va. La respuesta es muchas veces la misma o muy parecida e incluye invariablemente el verbo “estudiar”. Y a continuación se añade un “es lo que toca” con un tono de derrota inevitable. Es como si fuera una condena que periódicamente afecta a los colegiales.

Pero no es así ni debería ser así. En primer lugar porque no se entiende mucho que eso de “estudiar” sea algo que sucede dos o tres meses al año: enero, mayo y agosto o junio, según ya estén en el plan Bolonia o se mantengan en las antiguas tradiciones. Los universitarios están haciendo una carrera y los exámenes no son más que hitos o pruebas colocados cada cierto espacio de esa carrera. Lo que prima es la regularidad. La carrera universitaria se parece más a una carrera de fondo que a una prueba de velocidad. No vale dar un acelerón cuando la prueba, los jueces, se ven ya cerca. Los que hacen eso no suelen conseguir buenos resultados. Mas bien, lo contrario.

Y, en segundo lugar, “estudiar” no es una condena porque debería ser más bien un placer. Los colegiales están haciendo una carrera que va a determinar de alguna manera su futuro. Se supone que la han escogido porque es lo que desean hacer y ser en la vida –otro caso es aquél en el que hayan sido papá y mamá los que hayan escogido–. Disfrutar no es sólo salir a tomar unas copas con los amigos. También se disfruta con el trabajo, con el estudio, con el aprendizaje de nuevas cosas. O los colegiales abren el abanico de lo que es para ellos disfrutar de la vida o se van a encontrar con que la vida es en su mayor parte una especie de condena, de tiempo sin sentido, salpicado más o menos por breves momentos de disfrute.

Madurar como personas también conlleva ver la vida de una forma más global y descubrir que toda ella vale la pena vivirla, que también la vida laboral, el trabajo, el estudio, son momentos buenos y gozosos. A veces toca estudiar, a veces hacer deporte, a veces estar con los amigos, a veces acompañar a un familiar enfermo, a veces ser solidario con los que les ha tocado menos en la vida. Todo es vivir. Y todo hay que aprovecharlo y disfrutarlo. Aprender esa sabiduría es posiblemente más interesante e importante que todas las asignaturas de la carrera juntas.

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