A lo largo de estos años los miembros del equipo de dirección, director y subdirectores, hemos dedicado, ¿cómo no?, cientos de horas a hablar con los colegiales. Se ha hablado casi de todo. Pero hay un tema que es como el Guadiana. Aunque parezca que en un momento desaparece el cabo de poco tiempo vuelve a aparecer. Es un tema recurrente.
Me refiero a la queja de algunos colegiales de que no se les trata como a personas mayores, como a adultos. Lo primero que les podríamos decir es que para ser tratados así son ellos los que se lo tienen que ganar comportándose como tales. Porque, después de tanto tiempo, no es casualidad que la queja venga generalmente de los que son más dados a utilizar mal su libertad y a negarse a asumir la responsabilidad de sus decisiones.
Lo siguiente es decirles que nosotros queremos tratarlos como adultos pero hemos observado que ellos no lo desean en muchas ocasiones. Para poner un ejemplo claro. Quieren ser adultos para poder salir hasta la hora que quieran. Pero, cuando llega el momento de asumir las naturales consecuencias, entonces ponen todas las excusas del mundo y se niegan a aceptar su responsabilidad en los hechos. Famoso fue aquel colegial que se pasó prácticamente todo el año en la televisión a todas las horas –había que respetar su libertad– y que, cuando llegaron los exámenes, dijo que ese año los profesores habían sido muy duros en los exámenes.
Pero la razón más convincente que tenemos para decir que los tratamos como a personas mayores es que los colegiales –y también sus padres– firman a principio de cada curso su compromiso personal de asumir y cumplir el Proyecto Educativo y el Reglamento del Colegio. En nuestra sociedad la firma ha sustituido a la palabra y el apretón de manos que en el pasado eran la rúbrica al compromiso personal entre las partes contratantes. Cuando uno firma un documento se compromete a cumplirlo en todas sus partes. Le guste o no le guste su contenido. Se podrá discutir y dialogar con la otra parte. Pero eso no exime de su cumplimiento.
A nuestros colegiales les tratamos como a personas mayores porque les invitamos a poner por vez primera en su vida, probablemente, su firma al pie de un documento y a comprometerse con él. Su madurez se reflejará en su capacidad para llevar adelante su compromiso, como hacen muchos de ellos. A otros les cuesta más, aunque esperamos que estén en camino.