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Luz y color por Navidad

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Siguiendo una tradición que muchos de nosotros hemos vivido desde niños, también en nuestro Colegio durante el puente de la Inmaculada hemos llevado a cabo, incluso en este año de gestos austeros y encuentros limitados, la decoración navideña. Ya tenemos instalado el nacimiento y el árbol en el lugar más transitado del Mayor, el hall de entrada. No faltan adornos navideños tampoco en otros lugares del Colegio, especialmente frecuentados, como el comedor y la sala de estar. Desde la misma entrada dos abetos iluminados nos indican que estamos en un tiempo especial y con imaginación y colorido hemos derrochado ilusión en esta tarea en el año de la pandemia.

Pienso que este esfuerzo en cuidar la realización del nacimiento merece más la pena y tiene más sentido, incluso en este tiempo en que se nos invita a la celebración contenida, los encuentros limitados, los recortes sociales. Me parece oportuno porque nos permite asombrarnos y admirarnos contemplando el hermoso signo del pesebre. Nos lo recuerda el mismo Papa Francisco resaltando un aspecto que conecta con nuestro tiempo: “El nacimiento es una invitación a la contemplación. Nos recuerda la importancia de detenerse. Ante una sociedad frenética, el belén nos hace dirigir nuestra mirada a Dios, que es pobre de cosas, pero rico de amor, nos invita a invertir en lo importante, no en la cantidad de bienes, sino en la calidad de los afectos”.

El belén (o nacimiento, o pesebre) y el árbol de nuestro Colegio están en el lugar más transitado de la casa. Varias veces al día pasamos por ahí. Los símbolos se convierten en un recordatorio permanente de lo que estamos celebrando. En un año tan extraño como el que estamos a punto de concluir, necesitamos recordar que Dios no se ha olvidado de nosotros, que sigue haciéndose presente y que acompaña su venida con los regalos de la paz y la alegría.

Comenzábamos el tiempo de preparación de la Navidad –el adviento- con una hermosa oración que transcribo y con la que quiero felicitar por este medio estos días venideros: “¿Qué no habrá Navidad? ¡Claro que sí! Sin las calles a rebosar, pero con el corazón enardecido por el que está por llegar. Sin ruidos ni verbenas, pero viviendo el Misterio sin miedo. Habrá Navidad más silenciosa y con más profundidad. Sin muchas luces en la tierra pero con la de la estrella de Belén. Sin grandes mesas y con amargas ausencias pero con la presencia de un Dios que todo lo llenará. Habrá Navidad porque Dios está de nuestro lado y comparte nuestra prueba, angustia y orfandad”. Habrá Navidad y lo recordaremos cada vez que pasemos por el hall de entrada del Colegio y contemplemos la estrella iluminada y el misterio de Belén.  Feliz Adviento y feliz Navidad.

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