Hace unos cuantos días tuvimos una reunión con un grupo de colegiales de primer año. Se nos ocurrió que sería bueno comenzar invitándoles a expresarse libremente sobre sus esperanzas y temores. Delante tengo las hojas que escribieron. No hay grandes frases, apenas palabras breves, casi mensajes comprimidos pero que abundan en las mismas ideas.
Temores y esperanzas se convierten en esos breves textos en las dos caras de la misma moneda. Por una parte, entre las esperanzas, se desea hacer amigos, que las relaciones de amistad de estos años sean para siempre, para toda la vida, que marquen el futuro de la persona. También hablan de la necesidad de crecer como personas, de madurar, de formarse, de conseguir la necesaria disciplina personal que les ayude a usar adecuadamente la libertad recientemente adquirida.
El tiempo les enseñará, es de esperar, que la amistad tiene poco que ver con la dependencia. Que la verdadera amistad se construye desde la madurez personal, desde el respeto, desde la responsabilidad. En definitiva, que ser amigos es mucho más, muchísimo más, que ser amigotes, que salir de juerga juntos o, incluso, dejarse unos apuntes al momento de los exámenes o tapar los errores del amigo. Aprenderán que la verdadera amistad está sometida a unos valores y a unos principios y que no se puede ser amigo del injusto ni tapar sus injusticias. Todo eso es un camino largo.
Pero los chicos de primero tienen tiempo. Estos años de colegio y más años en la vida, suponemos. Por el camino se darán algún batacazo y se llevarán alguna decepción, cuando vean que el que creían su amigo les deja tirados porque no sirven a su interés. Lo bueno será que aprendan de la experiencia sin perder la esperanza.
Entre los temores andan los profesores, el nuevo curso, la carrera, la universidad. Saben, son conscientes, que han dejado una etapa de su vida y han comenzado una nueva. Están ahora en el umbral. Personas, estudios, compañeros, normas, ciudad... Todo lo que se ve por delante es novedoso. Es atractivo pero al mismo tiempo da miedo. No saben exactamente lo que les espera. Porque nunca es lo mismo que te hayan hablado de ello a vivirlo en primera persona.
¿Seré capaz? ¿Y si no soy capaz de integrarme? ¿Y si fracaso? ¿Y si hay mal rollo en el colegio? ¿Y si no soy los suficientemente maduro y me dejo llevar por malos caminos?, son las preguntas que les rondan a todos por dentro. La respuesta no está en ningún libro. La van a tener que dar con la vida. No hay más remedio que lanzarse adelante y empezar a vivir. Da miedo pero, como Pizarro, han quemado los barcos y no tienen más remedio que lanzarse a la aventura.
¡Ánimo, chavales! ¡Adelante! Y si hay cometéis algún error, no es el fin del mundo. Hay que levantarse, tratar de aprender y pensar en el futuro, en como no volver a caer en la misma piedra. El futuro es vuestro. Y lo tenéis que construir con vuestro esfuerzo y vuestro trabajo