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Deporte y afición

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En las dos últimas semanas se han sucedido diversas noticias con ocasión de las competiciones deportivas que merecen nuestra reflexión. Por un lado, algunos colegiales han comenzado a mostrar su optimismo porque “finalmente este año algunos de nuestros equipos van a llegar lejos”. Hay que felicitar el esfuerzo y éxitos de algunos de nuestros equipos. Es positivo hacer deporte, aunar fuerzas, aprender a gestionar el esfuerzo y el deseo de jugar de todos, la búsqueda de lo mejor para el equipo.

Pero lo cierto es que también, como reverso de la moneda, cada año, cuando la competición deportiva se adentra en la fase final con encuentros directos eliminatorios, por desgracia, llega también la tensión, el mal comportamiento de las aficiones, o la violencia dentro y fuera de los campos. No se pueden confundir las formas, los estilos, queramos ser más que otros a cualquier precio y al final todo esté permitido, incluso el insulto gratuito dirigido a cualquiera que no sea de los “míos”. No hay que olvidar una regla básica de la competición: “El rival es un compañero, no el enemigo”. No dejaremos de insistir en que formar parte de este Colegio Mayor pasa por saber convivir, competir con otros por un trofeo, tolerar y admitir las reglas elementales del buen juego porque no todo vale y crecer y madurar como colegial significa también aprender a vivir las pasiones deportivas desde el respeto y la tolerancia.

El deporte es uno de los elementos básicos de la vida colegial. La dirección de este Mayor está convencida de los valores implícitos en el deporte, particularmente del deporte en equipo. Por eso en los Colegios Mayores siempre se ha promovido el deporte pero siempre el deporte de equipo. No basta con tener un jugador genial. Hace falta que todos se compenetren bien, que sacrifiquen su interés personal por el bien del equipo. Hace falta entrenar muchas horas juntos para poder llegar a ser un equipo.

Los campos de juego son un lugar donde hay que demostrar la educación y la madurez. Al momento de ganar y al de perder. No menos se espera de los colegiales. Por eso la violencia en las competiciones entre los Colegios Mayores preocupa. Porque es un hecho que no se puede negar por más que nos resulta desagradable hablar de ello. Nos referimos a violencia sobre todo verbal (insultos de todo tipo, de los que la mayoría de los colegiales nunca dirían delante de sus padres) que a veces también llega a la agresión física. Eso, también desgraciadamente, ha sucedido en el partido jugado esta misma semana entre el equipo los equipos de futbol sala del colegio y el del colegio Alcalá, más doloroso aún si tenemos en cuenta que ambos colegios son dirigidos por dos equipos en profunda armonía y con similares proyectos educativos. Allí apareció la violencia, siempre tan mala compañera en la vida y, como tantas veces también, so capa de apoyo a los nuestros.

Apareció bajo la forma de insultos repetitivos y graves al árbitro y a alguno de los jugadores contrarios. Apareció así y de otras maneras. Y aquí no vale eso de “ellos empezaron primero” o “todo el mundo lo hace”.

Tenemos que ser honestos. Eso no está bien. Ése no es el comportamiento de un colegial del Jaime del Amo. Tampoco es el comportamiento de un universitario. Hay que elevar el listón. No podemos caer en la vulgaridad ni en la grosería. No podemos caer en la violencia. Apoyar a los nuestros no puede significar denigrar a los otros. Se gana con deportividad, con buen juego, con saber perder si es necesario. No con insultos ni nada parecido.

P. Teodoro Bahillo Ruiz cmf

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