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Aportar a la sociedad desde el amor

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Llevamos casi dos meses desde que nos incorporamos al Colegio Mayor, después de las vacaciones, y la dinámica no para. Atrás quedaron las jornadas de acogida para nuestros nuevos “jaimitos”, las actividades de integración que las distintas áreas plantearon en septiembre y el acto de apertura del curso académico. Hoy se nota claramente que el estudio exige y marca la dinámica diaria de nuestros colegiales, intentando también encontrar el tiempo necesario para participar y aportar su granito de arena en las interesantes actividades que proponen los diferentes delegados de comisión.

También pasaron muchas cosas que nos incumben, como miembros de la comunidad educativa de un colegio mayor masculino, de ideario cristiano, que nos obligan a la reflexión auténtica, porque no podemos ser ajenos ni lejanos, ni correr el riesgo de que los ritmos de las obligaciones diarias posterguen la acción de nuestro sentido crítico.

Siempre decimos que las dos líneas educativas fundamentales de nuestro proyecto educativo, desde una perspectiva cristiana, son las de enseñar a vivir en libertad y responsabilidad, como la de enseñar a convivir en respeto, tolerancia y cooperación, en orden a construir una sociedad más justa e igualitaria.

En el pasado acto de apertura del curso académico manifesté en mi intervención que, si bien cada uno de nosotros somos una parte importante de nuestro querido Colegio Mayor, somos principalmente actores de una sociedad que nos necesita como ciudadanos de bien. Es por ello que invitaba a cultivar la convivencia desde el respeto, a que seamos hombres de Paz, a trabajar con esfuerzo y dedicación para lograr nuestros objetivos, a encarnar los valores de la honestidad, la rectitud, la generosidad y la tolerancia.

Y la clave está en que sólo podremos hacerlo desde el AMOR. Cultivando el amor a la vida, el amor al prójimo para desarrollar el valor del respeto y el sentido de tolerancia; el amor a la familia y a los amigos, para ejercitarnos en la generosidad y el vínculo; el amor a la Patria que nos define en nuestro sentido de pertenencia y en un proyecto colectivo que nos une en la diversidad, y fundamentalmente el AMOR A DIOS, aquel que nos sostiene en la debilidad y da sentido a todo. Sabemos como cristianos que ninguna expresión auténtica de amor podrá ir acompañada de la exclusión y de cualquier manifestación de violencia.

El gran filósofo francés Jacques Maritain, pensador fundamental del humanismo cristiano y uno de los padres de la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 dijo una vez: “El cristianismo enseñó a los hombres que el amor tiene mucho más valor que la inteligencia”

Hoy la sociedad nos necesita más que nunca, pero también nos exige que estemos a la altura de las circunstancias. Y no seremos menos. Desde hace más de cincuenta años trabajamos educativamente para ello y lo seguiremos haciendo, agudizando el sentido crítico y la reflexión para alcanzar de la mejor manera el proyecto educativo que los Misioneros Claretianos pretenden para sus colegios mayores.

 

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