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Un tesoro llama a la puerta

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Es fácil imaginar la emoción e ilusión con que los nuevos colegiales admitidos en el Colegio Mayor para el curso 2018-2019 vivirán los próximos días. Ellos han sido los primeros en llegar y ocupar la habitación asignada y, con una amalgama diversa de sentimientos, enfrentar todas las novedades que vayan descubriendo. Un mundo nuevo está a punto de abrirse ante ellos. Es un mundo lleno de posibilidades, de desafíos, de retos y, por supuesto –porque la vida es así– de peligros. Ahora es el momento de intuir el camino que se les abre por delante. Ya llegará, meses después, la verificación de cómo fueron capaces de recorrer este camino. En este sentido, ahora es el momento de soñar. Madrid, la gran ciudad, la Universidad y las clases, los nuevos amigos, la vida en el Mayor, todo es nuevo. Todo está lleno de interrogantes. Poco a poco se irán encontrando las respuestas. Estoy seguro de que para la mayoría va a ser una experiencia que marque sus vidas en sentido positivo.

Durante los tres primeros días, el Colegio va a estar ocupado sólo por nuevos colegiales. Tendrán tiempo de conocerse, de conocer el Colegio. Organizaremos algunas actividades y reuniones para que se vayan haciendo a la idea de lo que es la vida en un Colegio Mayor. Será tiempo de bienvenida y de ir despejando las primeras dudas, de ir encontrando las primeras respuestas a las preguntas que ahora sólo se responden imaginando o soñando. Será tiempo de ir haciendo los primeros amigos en esta nueva etapa que comienza.

Ellos mismos, al tiempo, van a ser una novedad para el resto de los que formamos este Mayor, porque representan un gran potencial humano. En este sentido, el colegio cambia cada año porque las personas que lo integramos son nuevas. Nuevas carreras y nuevas procedencias, nuevos talentos y valores, nuevos modos de gestionar las relaciones. Habrá, también, un nuevo miembro en el equipo directivo, a quien ya presento desde estas líneas. Se llama Rubén y se va a encargar de las actividades pastorales y de voluntariado.

Habrá que ir a clases y comenzar con los trabajos. El plan Bolonia ya sabemos que introdujo esa evaluación continuada que no permite dormirse y esperar a los exámenes finales. Hay que implicarse en el trabajo universitario desde el comienzo. Por eso, desde el principio habrá que insistir en que sólo el trabajo constante y la disciplina que se marque cada colegial darán fruto a su tiempo.

Pero el Colegio es muchas otras cosas y no es bueno perderse todas las posibilidades que ofrece el Mayor. Si alguien duda que el Colegio Mayor es como un tesoro escondido, no habría optado por solicitar plaza entre nosotros. Ahora bien, no es un tesoro accesible para todos. Hay que buscarlo. Hay que esforzarse. Pero el que lo encuentra, se llevará consigo una riqueza que le acompañará toda su vida.

Desde estas líneas quiero dar la mejor de la bienvenida a los nuevos colegiales y a sus familias. También a los que ya desde años atrás siguen haciendo camino con nosotros. Que todos sean capaces de encontrar el tesoro.

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